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Mostrando entradas de mayo, 2020
I El rocío de jade en caída libre y al acariciar la tierra, cristalina rotura; musicalidad tintineante. II Cruza sobre un bosquesillo una avioneta de papel amarillo sus alas de papel irrigan destellos de luz dentro del marco de mi huerta. II Sombras que velan al cuerpo superficie de reflejos que erigen una efigie: quisicosa de la mirada.
13 de mayo del 2020 El aire suavemente se desliza y atraviesa mi ventana, acariciando mi rostro. En ese momento, me detengo.    Estaba concentrado, ensimismado en mis pensamientos y bruscamente me detengo por el aire, aire que me marca una pausa, un respiro, un corte. Pausa. Pausa que fue suficiente para darme cuenta que escribía una carta y que me esforzaba mucho en encontrar las palabras adecuadas para poder expresar lo que tenía en mente; trataba de esquivar los errores posibles que pudiese cometer... Y, entonces, llegó la pausa.    ¿Por qué querer escribir de manera correcta? ¿por qué buscar la forma más objetiva, entendible, buscar la escritura que permita la lectura? – cosa curiosa si nos detenemos en las implicaciones de "La lectura". (Estas fueron algunas preguntas que, como un asperjo de flechas; algunas incrustadas en en la superficie de mi recuerdo, otras se desvanecieron en el intento de llegar a mi conciencia pero dejando rastro.) Luego, mis pensa...
Yo y Tú                           como Tierra y cielo                              o Cielo y mar. Anverso, Espiral constitutivo. Función: Tú y Yo; Yo y Tú Formativo... ¿tú? o ¿Tú? ese otro que señala a mí: yo, un lugar. Virtualidad. ¿Soy sin (el) Otro?. ¿Sin él otro soy? Agujero.
Negro El manto negro cubre el campo y en la ventana se esboza un cuerpo.  El aire sopla, el pasto se mueve como un oleaje manso. Recuerdo aquella vez, en la que íbamos juntos, a nuestro encuentro, al bosque.  Ahora, solo te veo a lo lejos. Varios insectos tocan, en armonía, su música y en silencio acentúa; el aroma de tu piel se esparce entre el jazmín y la magnolia y un dulce aroma.  Tú sigues ahí, sin darte cuenta que te miro. Yo, sigo aquí, viéndote, por el marco de la ventana ; escena que guardo dentro de mí: recuerdo. Recuerdo que empieza a marearme por su belleza que poco a poco re-descubre su esencia mortífera. Recuerdo idealizado que se sostiene en mi piel, desmembrándola, por seguir sosteniéndola. 
Ome... 5:00 de la madrugada, 5:20 de la madrugada, 5:50 de la madrugada y se acerca el tiempo para despertar. La alarma suena, siempre a tiempo, a las 6:00; los ecos que emergen de mi despertador resuenan en mi cuerpo ––ondas tintineantes que, de poco en poco, sacuden mi piel, penetrando a mis entrañas. Lo primero que veo al despertar es, por mi ventana de espejos sucios, el paisaje que me regalan las luces nacientes, tornasoladas, del sol que se abre tras las faldas serpentina de las montaña.  Pasando mi rutina matutina, cotidianidad enraizada, fructífera y, a veces, mortífera. Estoy listo para salir de mi casa y adentrarme a la inmensa masa, hacerme ahí con ellos, uno. Siempre, antes de abrir la puerta de mi casa, me preparo para ser absorbido ––¿cómo me explicaré?.... a otro... a otro... como... ya sé, es como entrar a un conjunto, en donde, se espera de ti pero que no te espera, esa masa homogénea es devorante, feroz y sin piedad.  Sin embargo, ahí vivo.....